martes, 23 de agosto de 2011

Llamas a mí

 Agotador el día. El laburo en el banco te deja los nervios estropeados. Burn out, le dicen. En definitiva la cuestión es que el horario del almuerzo es sagrado, el único momento del día en el que una puede quitarse de encima la presión.
Un yogur descremado en el quiosco y a sentarme en un banco en la plaza. Cerca de la Pirámide. Siempre el mismo banco. Hace siete años que laburo acá.
Supongo que la fauna del microcentro ya me conoce. Yo también debo ser fauna para ellos. Están los que me miran las piernas y el escote y me dicen algo grosero, los que me miran y dicen algo elegante, los que me miran y no dicen nada, y los que no me miran que en general son minas o gays. Ojo: No todas las minas ni todos los gays. Ya reclamé en el banco que el uniforme es muy provocador. Cada tanto me voy a almorzar con mis compañeras pero no todos los días porque hay un par a las que honestamente no me banco y prefiero quedar como cortada a tener que soportarlas. Así que la.rutina es la misma. Me compro un yogur, me vengo a un banco en Plaza de Mayo y me pongo a leer un libro. Ahora leo "La Cúpula", de Stephen King. Leo un rato, apago el Blackberry, como un yogur y me desenchufo. Porque el resto del día estoy enchufada. Ahora vuelvo al laburo y sigo quemándome la cabeza, y después vuelvo a casa y sigo en contacto con todas mis amigas a través del BB, por twitter o por pinchat. A veces quiero estar sola, pero nunca puedo estarlo por completo.
¿Y ese? Hay un tipo con una parka en Plaza de Mayo. Tendrá no mas de 25 años, rubio, bien vestido. O sea, nada sospechoso, pero no me gusta. No sé por qué. Me levanto del banco y empiezo a caminar como para mi laburo. Alcanzo a ver al tipo que se abre la parka y deja ver la doble fila de cartuchos de dinamita. en la mano tiene un celular. El tipo grita "Llamas a mí" y toca una tecla. La última imagen que registré fue la bola de fuego viniendo hacia donde estaba yo.

lunes, 1 de agosto de 2011

Alumbramiento

Siempre estuvieron allí. Ocultos. Influian en mi manera de pensar, en mi manera de obrar, sutil y silenciosamente, pero de una forma certera y definitiva. Alguna vez los supuse, pero ellos mismos se encargaron de que me hiciera el boludo y mire para otro lado. Saben muy bien cómo hacer lo que hacen, y llevan años haciéndolo.
Un día finalmente los vi. Fue de casualidad, y tal vez debería decir que más que verlos los supe. Ellos siguieron escondiéndose, siguieron negándose, pero ya era tarde. Ahora yo era consciente de su presencia.
Primero se me hizo evidente la aparición de un individuo bastante desagradable. Era gordo, muy gordo, y tenía aspecto de sucio y vago. Estaba todo el tiempo con una computadora jugando jueguitos o recorriendo redes sociales, y cada vez que podía se tomaba un trago de cualquier bebida alcohólica o directamente se fumaba un porro. Con frecuencia se masturbaba y después se echaba a dormir. Estaba tan confiado que jamás se dio cuenta de que yo lo había descubierto, y simplemente continuó adelante con su orgía de uno solo. A este lo llamé Baco.
Una vez que descubrí a Baco no tardé en suponer la existencia de los demás. La siguiente era una mujer. Sumamente femenina, jamás salía a la calle sin peinarse, maquillarse y elegir cuidadosamente su ropa. Era dulce y cariñosa con aquellos que le gustaban, así como fría y llena de rencor para con quienes no eran de su agrado. Le gustaban las comedias románticas y las cenas con velas en restaurantes caros. Era caliente y lujuriosa pero iba con recato, sin resultar mojigata ni explícita. Tenía un claro talento para manejar al sexo opuesto y siempre procuraba quedarse con la última palabra. Era decididamente seductora. A ella le puse el nombre de Denise. Creo que se dio cuenta de que la había visto.
El tercero me sorprendió. Era práctico y habilidoso, y experto en el arte de esconderse a la vista de todo el mundo. Tenía una gran capacidad para relacionarse con el resto de las personas y nunca descansaba hasta cumplir su objetivo. Era metódico y meticuloso, no realizaba ningún movimiento sin analizar las posibles consecuencias y siempre calculaba todas las variables necesarias para obtener el mejor resultado. Tenía serios problemas de convivencia con Baco y permanentemente sentía que aquel estaba interfiriendo sus planes. Lo llamé Alejandro.
Alejandro fue quién descubrió que los observaba.
El cuarto se presentó solo. Una vez que yo hube detectado las presencias de Baco, Denise y Alejandro él decidió que permanecer en la sombra ya no tenía sentido. Era sagaz y manipulador, no tenía reparos a la hora de usar a las personas y carecía por completo de escrúpulos. Era algo siniestro y bastante perverso. Alguien podría pensar que era malo, pero él no perdía el tiempo en banalidades como clasificar el bien y el mal.
-Está bien, cantaste piedra libre, ¿y ahora qué pensás hacer? -me preguntó.
-No me gusta que estén acá -le contesté-. Quiero que se vayan.
Él se rió.
-No entendiste cómo son las cosas. No somos tus enemigos. De hecho nos interesa que a vos te vaya bien. Hasta Baco te necesita. La mayoría de las veces intercedemos para tu beneficio. Cada uno de nosotros tiene sus propios intereses, y en líneas generales la obtención de ellos está directamente relacionada con tu destino. Hasta ahora descubriste a cuatro, pero somos muchos más. Y nuestra relación con vos es simbiótica. No podemos vivir sin vos, pero vos tampoco podés vivir sin nosotros. Si nos querés echar de acá tu vida se va a poner... difícil. Si aceptás convivir con nosotros no te digo que vaya a ser completamente fácil, pero vas a contar con herramientas que desconocías y no te vas a aburrir. Vos elegís.
Ya pasó algún tiempo de aquello. Más adelante fueron dando la cara otros nuevos, mientras que algunos dejaban de verse. Hoy puedo decir que somos un equipo, pero no resultó sencillo llegar a trabajar de esa manera. Al menos pude alcanzar una relativa paz entre los inquilinos de mi cabeza y yo. Aunque claro, uno no puede confiar por completo en el buen criterio de ese tipo de personas.

Life is a Piece Of Sheet's Fan Box