miércoles, 1 de diciembre de 2010

Coqueteo

Así que al final viniste. Hacía rato que te esperaba. Yo sé que de pendejo te gustaba, y que me tenías muchas ganas. Eran esos tiempos en que descontrolábamos toda la noche y más de una vez me encontré amanecido en la casa de quién sabe quien, totalmente en pelotas y con una resaca para una compañía de infantería. Le dábamos al alcohol de todo tipo, y según el día mezclábamos con merca, faso o pepa. La pepa era sólo para acontecimientos especiales, pero los acoantecimientos especiales se daban con bastante frecuencia. Sé que me tenías bastantes ganas por aquella época, pero al final te fuiste con el Dani. Reconozco que no te había tenido en cuenta hasta ese momento.
El tiempo pasó y la vida se volvió menos vertiginosa. Por un buen tiempo no tuve noticias tuyas.

Entonces pasó lo de la intoxicación. Ya había sucumbido a la comodidad de la vida burguesa y me creía intocable. Pero una noche en que mi mujer llevó a los chicos a un cumpleaños yo me hice de comer unos mostacholes con salsa envasada. Me pareció que la lata estaba medio hinchada, pero no le di bola. Cuando mi mujer llegó yo me retorcía de dolor desde unas cuantas horas antes. Entre ella y mi vecino me subieron al auto y corriendo a la guardia del Fernández. Estuve internado dos días en terapia intensiva, y siete más en sala común. No viniste a verme en todo ese tiempo, pero supe que habías estado rondando mi cuarto y preguntando por mí.

Supongo que a partir de entonces te tuve más en cuenta. Sabía que andabas por ahí, así que empecé a cuidarme en las comidas para bajar la panza, me anoté en un gimnasio y para mi propia sorpresa fui con regularidad. Dejé el pucho y apenas me tomaba una copa de vino dos o tres veces por semana. En fin, esas cosas que uno empieza a hacer cuando siente que la juventud se le está yendo. Quería verme bien. Sabía que en algún momento iba a verte y no quería que me encontraras desarreglado. Lo se, la edad me puso coqueto.

Te demoraste, eh. Creí que ibas a estar acá mucho antes. Mis hijos crecieron y se fueron. Elena me dejó. Por primera vez en mucho tiempo estaba solo. Pero antes de mí anduviste con el Pollo y con Carlitos. Pude entenderlo. Ellos te resultaban mucho más atractivos que yo. Pero yo sabía que tarde o temprano ibas a venir a mí.

Así que al final viniste. Sí, te estaba esperando. En realidad te deseaba. Más de una vez pensé en llamarte, pero no tuve los huevos necesarios. Hoy creo que ya estoy listo para irme con vos.
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Estás linda. Te imaginaba distinta. Ya sabés, la túnica negra y la guadaña. Así me gustás más.
Disculpame que no te ofrezca nada de tomar. No me estoy sintiendo bien en estos días. Apenas si me puedo sentar en la cama. Vení, tirate un rato a mi lado. Estoy muy solo, ¿sabés? Me alegra que hayas venido.

Vení, acostate conmigo. Hagamos cucharita.

Estoy tan cansado...

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