domingo, 27 de septiembre de 2009

Borrador

El argumento central de la obra que estoy proyectando escribir es acerca de una invasión de seres llegados de otro mundo en extrañas naves. En principio establecerían un contacto pretendidamente pacífico y tratarían de impresionarnos con su tecnología avanzada y sus novedosas armas. Luego serían reveladas sus verdaderas intenciones. Desarmarían nuestra estructura política mediante el secuestro y asesinato de nuestros líderes y con su poderío militar arrasarían a nuestras fuerzas. Lo siguiente sería esclavizarnos y obligarnos a extraer nuestros recursos naturales, los cuales serían enviados a su mundo en una transacción unilateral en la cual nosotros sólo obtendríamos humillación y sufrimiento. Nuestras vidas no valdrían nada para ellos, y de esa manera nos aplastarían como a cucarachas, y nos masacrarían sin piedad. Nosotros perderíamos nuestra voluntad de reproducirnos y de a poco nos iríamos extinguiendo mientras ellos se adueñan de nuestro mundo. Así llegaría el final del Gran Imperio Azteca.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

La Cosecha


Debo reconocer que yo también subestimé a Fede. La última vez que lo vi me dejó una llave.
-Necesito que me la cuides. Sirve para abrir un locker en la estación de Once.
-¿Y para qué me la das?
-Espero que sea pura paranoia.
No lo era. Eso fue un viernes. El miércoles siguiente apareció flotando en el Río Paraguay. Ese mismo día me fui a Once a abrir el locker. En su interior había un bolso de tela de avión con un cartel escrito con fibrón en una hoja A4 que decía “Todo lo que necesitás para una carrera exitosa”.
Fede era el cadete del diario. Veintidós años, novia, siempre supimos que quería ser periodista, pero nadie lo tomaba en serio. Durante los últimos meses nos decía que estaba haciendo una investigación en su tiempo libre que cuando la viéramos nos íbamos a caer de culo. En el bolso estaban los resultados de esa investigación.
Durante este tiempo Fede estuvo viajando dos veces por mes a Formosa. La investigación era muy prolija, con mucho trabajo de campo, grabaciones, videos, fotos y documentación de diversos tipos. Estaba centrada en un político y empresario muy importante, oriundo de la zona, pero cuya influencia estaba proyectada a nivel nacional. Este sujeto tiene por igual detractores y partidarios, pero la investigación de Fede no se centraba en su actividad pública ni privada, sino en la íntima y personal.
Al parecer, en Clorinda, provincia de Formosa, la venta de bebés es una parte más de la economía local. De hecho hay mujeres que se ganan la vida quedando embarazadas para luego vender sus hijos a precio dólar o euro. El precio de las criaturas depende de sus características, pero rara vez baja de las cinco cifras.
Aparentemente este hombre tenía importantes intereses puestos en la venta de bebés, además de muchos otros negocios ilegales, relacionados en su mayor parte con el contrabando, desde cd’s o electrodomésticos hasta drogas y armas, además de inmigrantes y prostitutas, por supuesto. Sin embargo, y a pesar de que esta información era suficiente para comprometer seriamente la imagen del sujeto en cuestión, el núcleo de la investigación pasaba por otro lado, y resultaba ser terrorífico.
Desde hace al menos 20 años, mes por medio aproximadamente, este hombre adquiere para sí una niña de no más de tres meses de edad. Algunas de ellas incluso serían sus hijas biológicas al parecer. A partir de entonces las aloja en una casona en las afueras de la ciudad, custodiadas por dos mujeres de su más extrema confianza. Las mujeres dan a las niñas todo lo que necesitan para su supervivencia, pero no más que eso. Las niñas están bien alimentadas, pero no reciben ningún tipo de educación. Jamás aprenden a hablar ni tienen ningún tipo de contacto con el mundo. Pasan toda su vida encerradas en celdas individuales de no más de cuatro metros cuadrados donde hay una cama y una letrina para cada una. No usan ropa, pero el ambiente está climatizado y tienen mantas y cobijas para cubrirse. Dos veces por semana sus carceleras las bañan, les cortan las uñas y las higienizan. Para evitar actos de rebelión las mantienen permanentemente sedadas con distintas drogas. Si se enferman procuran curarlas, pero de no ser posible las sacrifican. Así las niñas crecen en estado casi salvaje hasta llegar a la pubertad. Cuando les llega la menarca y su cuerpo comienza a desarrollarse y empiezan a sentir las primeras necesidades sexuales, reciben una visita de su dueño. En general durante un fin de semana. Este se las lleva a su dormitorio en la última planta de la casona y luego las viola, tortura y asesina salvajemente, improvisando siempre algún nuevo método para lograr el sufrimiento de sus víctimas. Luego el cuerpo es entregado al cementerio local, donde es discretamente cremado.
Según Fede, en el bolso estaba “todo lo que necesitás para una carrera exitosa”, pero se equivocaba.
Para tener una carrera exitosa, lo primero que hace falta es conservar la vida. La información que Fede había reunido le había costado la suya, y podía llegar a costarme la mía.
Fue una verdadera pena ver cómo el fuego consumía el resultado de una investigación semejante.

martes, 22 de septiembre de 2009

Tópicos










El cuerpo de Lord Dambry estaba tirado en el medio de la sala de estar. Todos los invitados observaban con la boca abierta. La noche estaba cayendo sobre el delta, y la tormenta hacía rato que había dejado anegada la mansión de Lady Rockwell. Nadie podría entrar o salir de la isla privada hasta que las aguas no bajaran.

El Inspector Lancaster reunió alrededor de la mesa del comedor principal a todos los presentes. Él había sido invitado personalmente por Lady Rockwell para la presentación en sociedad de su libro de sonetos. Era un secreto a voces que Lord Dambry y Lady Rockwell eran amantes, de manera que Lord Rockwell era el principal sospechoso a investigar por Lancaster. Sin embargo, Rockwell recordó a los presentes que Lancaster era un conocido ludópata, y que mantenía con Dambry severas deudas de juego, lo que inmediatamente lo convertía a él mismo en sospechoso. El dueño de casa no pudo seguir elaborando su teoría porque una súbita descompostura lo llevó a vomitar sobre la mesa valuada en £20.000. Un minuto después Lord Rockwell estaba muerto.

El doctor O’Shaugnessy fue terminante. Lord Rockwell había sido envenenado. Los dedos de los siete comensales que aún vivían apuntaron al Inspector Lancaster. Todos excepto Lady Rockwell. La dama, aún conmocionada por haber perdido a sus dos hombres en la misma noche, declaró que le constaba que Lancaster era un caballero que se hacía cargo de sus deudas y que el dinero que le debía a Dambry había sido correspondientemente saldado más de un mes atrás, por lo que Lancaster no tenía motivos para cometer el crimen. Para esto las ocho personas se habían movido hacia el salón principal, donde la gran araña de cristal cedió y cayó sobre las cabezas de Lord Pyrus y su joven hija Amanda. Tanto la dueña de casa como el Inspector estaban consternados, ya que ahora era evidente que estaban siendo asesinados uno por uno, y aún no tenían idea de quién era el responsable de esas muertes.

Esto quedó confirmado cuando Sir Arthur Row decidió ir al toilette para enjugarse la transpiración. Unos momentos después Lady Rockwell lo echó de menos y junto con el Inspector Lancaster decidieron ir a buscarlo, para encontrarlo horriblemente atravesado por una ballesta en el despacho de Lord Rockwell.

Por supuesto, la pregunta automática fue cuál había sido el motivo para que Row entrata furtivamente en el despacho de Rockwell. Lady Row se encargó de responderla. Su esposo tenía serias deudas con Lord Dambry y con el dueño de casa, provenientes de negocios que ella no alcanzaba a comprender. Si determinados documentos veían la luz era inevitable que lo acusaran de sospechoso. Ahora cualquier duda ha quedado despejada, dijo Lady Row segundos antes de que un alacrán la picara en su pierna derecha. Lancaster alcanzó a pisarlo antes de que atacara a alguien más, pero para ese momento Lady Row ya había fallecido en los brazos del doctor O’Shaugnessy. En ese momento Lady McIntyre sufrió un ataque de histeria y se arrojó por la ventana del despacho. Su cuerpo chocó contra el capitolio de la mansión antes de caer sobre las rejas con punta de lanza.

Nuevamente el Dr. O’Shaugnessy hizo recaer sus sospechas sobre el Inspector Lancaster. Lady Rockwell trató de interceder entre ambos caballeros cuando se cortó la luz de la residencia. Al volver, el cuerpo de la anfitriona yacía entre ambos. O’Shagnessy extrajo un arma de entre sus ropas, pero Lancaster fue más rápido y alcanzó a disparar primero. Una vez que comprobó el deceso del médico, Lancaster guardó su pistola. Entonces, con el camino libre, efectué un solo disparo que le voló la cabeza.

Nunca más volverán a ignorar la presencia del mayordomo estos ricachones.

Life is a Piece Of Sheet's Fan Box